Otra economía para otra civilización

2014. Conferencia para el International Colloquium Epistemologies of the South. South-South, South-North and North-South Global Learnings. Coimbra-Portugal.


International Colloquium Epistemologies of the SouthEl pensamiento dominante -propio de la globalización capitalista- nos conduce a creer que es imposible imaginarse una economía que no propugne el crecimiento económico. Igualmente, desde la misma perspectiva de las visiones dominantes (entre las que aparecen inclusive mensajes y políticas de los gobiernos progresistas), se plantea como impensable un mundo sin petróleo, minería o agroindustria, es decir sin extractivismo. La realidad, sin embargo, nos dice que esa es la gran tarea del momento. Por un lado, es cada vez más urgente transitar del extractivismo centrado en las demandas del capital hacia una visión que priorice la vida en su más amplia expresión y que viabilice la construcción de sociedades de vida digna. Y por otro lado es preciso replantearse la cuestión del crecimiento económico, para liberarse de esta atadura que puede concluir en una debacle socioambiental mundial de impredecibles consecuencias. Esta tarea pone a prueba toda la capacidad del pensamiento crítico así como la capacidad de inventiva y de creatividad de las sociedades, de los Estados y por cierto de las organizaciones sociales y políticas. Y simultáneamente, exige recuperar los saberes ancestrales, las prácticas económicas armoniosas con la Naturaleza y las experiencias de democracia comunitaria.

Cerrar la puerta a este debate, sería cerrar la puerta a la democracia misma.

A nivel global, en definitiva, estamos conminados a debatir de manera seria y responsable sobre el urgente decrecimiento económico en el Norte global, que necesariamente deberá venir de la mano del postextractivismo en el Sur global. Ahora, cuando los límites de sustentabilidad del mundo están siendo literalmente superados, es indispensable, además, construir soluciones ambientales vistas como una asignatura universal. Pero eso no implica para nada negar la cuestión de las desigualdades e inequidades sociales. Todo lo contrario.

Por un lado, los países empobrecidos y estructuralmente excluidos deberán buscar opciones de vida digna y sustentable, que no representen la reedición caricaturizada del estilo de vida occidental. Mientras que, por otro lado, los países “desarrollados” tendrán que resolver los crecientes problemas de inequidad internacional que ellos han provocado y, en especial, tendrán que incorporar criterios de suficiencia en sus sociedades antes que intentar sostener, a costa del resto de la Humanidad, la lógica de la eficiencia entendida como la acumulación material permanente.

Para lograr esta transformación civilizatoria, una de las tareas iniciales radica en la desmercantilización de la Naturaleza como parte de un reencuentro consciente con la Naturaleza; esta desmercantilización debe hacerse extensiva a los bienes comunes y a los servicios públicos. Más que eso aún, los objetivos económicos deben estar subordinados a las leyes de funcionamiento de los sistemas naturales, sin perder de vista el respeto a la dignidad humana y procurando asegurar calidad en la vida de las personas. Claro y sin rodeos, la economía debe subordinarse a la ecología y dar cuenta de las demandas sociales y no del capital.

Por una razón muy simple, la Naturaleza establece los límites y alcances de la sustentabilidad y la capacidad de renovación que poseen los sistemas para auto renovarse, de las que dependen las actividades productivas. Es decir, que si destruye la Naturaleza se destruye la base de la economía misma.

En concreto la economía debe echar abajo todo el andamiaje teórico que vació de materialidad la noción de producción y (separó) ya por completo el razonamiento económico del mundo físico. Eso completó la ruptura epistemológica que supuso desplazar la idea de sistema económico, con su carrusel de producción y crecimiento, al mero campo del valor. Si hablamos de desmercantilización, tenemos necesariamente que dar paso a la descentralización del poder para que las comunidades asuman cada vez más el control de la vida política en lo que se refiere a la toma de decisiones, sobre todo; y, a la desmaterialización para conseguir una producción más eficiente capaz de usar menos recursos, en línea con la sustentabilidad. Esto debe complementarse con la distribución del ingreso y la redistribución de la riqueza.

La tarea no es fácil. Superar las visiones dominantes y construir nuevas opciones de vida tomará tiempo. Habrá que hacerlo construyendo sobre la marcha, reaprendiendo y aprendiendo a aprender simultáneamente. Esto exige una gran dosis de constancia, voluntad y humildad. Y para hacerlo hay alternativas potentes que superan los estrechos márgenes del desarrollo y el progreso convencional; además existen propuestas concretas en varios ámbitos tanto de la economía local, como la nacional y la internacional.

Desde la periferia de la periferia, desde el mundo indígena, se propone, como referencia para dicha construcción de una nueva civilización, el Buen Vivir o sumak kawsay. Esta es una oportunidad para construir colectivamente una nueva forma de vida, que parte por un “epistemicidio” del concepto de desarrollo y un replantamiento integral de la idea del progreso de origen colonial.

El Buen Vivir acepta y apoya maneras de vivir distintas, valorando la diversidad cultural, la interculturalidad, la plurinacionalidad y el pluralismo político. Diversidad que no justifica ni tolera la destrucción de la Naturaleza, tampoco la explotación de los seres humanos, ni la existencia de grupos privilegiados a costa del trabajo y sacrificio de otros.

El Buen Vivir surge de valores, experiencias y prácticas concretas. No es una propuesta académica. Implica la construcción de una nueva economía que se sustente en la solidaridad, la reciprocidad y las equidades, especialmente.

¡El Buen Vivir es para todos y todas, o no lo es!

Abstracts Book: International Colloquium Epistemologies of the South

Catálogo de participantes: Book Salon